Sara quiere un primate, peludo y de grandes manos. Un animal que la empape y la salve de los peligros de la selva. Ella tiene 45 años y varias veces se le ha helado la sangre. Hoy está dispuesta a que su voz resurja, que su cuerpo se moje en una cascada en la que caen uno tras otro el deseo, el sexo, el abuso, la comida y el inevitable placer por la vida y la muerte.