
¿Para qué nos sirve rezar?, ¿está Dios en onda o ya fue?, ¿alguien, además de Peña Nieto, sigue leyendo la Biblia?, ¿el padre de Yisus es Dios, el Espíritu Santo o don Pepe?, ¿de dónde viven las once mil vírgenes?, ¿de veras son tantas?, ¿alguien las conoce, las ha contado?
Estas y otras interrogantes son las que obligaron a Santa Rita, Virgen y mártir de la Pachanga y el moñoñongo, a internarse durante cuarenta días y cuarenta noches en el Desierto de los Leones para encontrarse con Dios.
Lo que descubrió más bien fueron muy buenas quesadillas y unos paseos a caballo a todo dar. Gracias a estas formas de meditación trascendental se iluminó y lo que nos trae de vuelta son unas revelaciones que serán presentadas para ser el evangelio que ha de reinar por los próximos dos mil años (poquito más, poquito menos).