
Amado fue criado a la manera “tradicional” de ser un hombre: no mostrar sus emociones, ser fuerte y no llorar. A partir de que lo abandona, como él llama para no repetir su nombre, “una personita”, buscará nuevas formas de crear una masculinidad que le permita ser más feliz.
Entre tequilas y música ranchera compartirá con el público su dolor y cómo curarlo, si es que eso es posible.