La neblina no sólo inunda el puerto, también la mente de sus habitantes, sus corazones, es un camuflaje para esos monstruos marinos que vienen a destruirlo todo. Él, un triste capitán de un barco; una mujer de labios rojos despiadada, desesperada, y un detective que no sabe contar hasta tres, quizá sean la única salvación, sea lo que sea que eso signifique.