
El proyecto combina el trabajo de un sexteto vocal con sonidos cotidianos de la ciudad tratados electrónicamente (como organilleros y músicos callejeros, entre otros), que invita al público a replantearse el papel que tiene la música que nos encontramos diariamente en las calles de la metrópoli y su influencia en la experiencia vital que cada habitante o visitante de la Ciudad de México tiene como si se tratara de una especie de banda sonora que acompaña la historia de cada una de nosotras.