Bartola es una quesadillera solitaria que espera a una amiga desde hace 74 años en la calle. Así ha sido todo en su vida: el amor, una familia, una casa y un perro, entre muchas otras cosas. Su esperanza no ha muerto, pero ya se está cansada de esperar y, de repente, se entera que habrá una obra del Gobierno de la Ciudad de México y decide sentarse en alguna silla y ver si tiene suerte y le regalan algo.
Bartola espera y pregunta al público, los organizadores del evento, ¿qué va a ver?, si le van a dar algo porque a ella nunca le ha tocado algo y no se ha ganado nada tampoco. Al ver que no inicia la obra, empieza a desahogarse, a quejarse de todo (de la impuntualidad de la gente, del país, del cambio climático, de la contaminación ambiental y auditiva, del tráfico de personas y de coches).
Vemos a una adulta mayor sola, amargada y enojada quejarse e invita al espectador a que también se queje de lo que siente, al ver que está funcionando y que no llegan los de la obra decide hacer una especie de tribuna de AA en la que cada quien pueda pasar al frente y quejarse, decir que siente, lo que quiera y todos lo vamos a apoyar.