
La construcción coreográfica surge del interés por introducir diversas cualidades de movimiento en varios estados alterados de la conciencia humana, creando elementos caóticos en los que el intérprete encuentra, a partir de ciertas alteraciones motrices, respuestas a estímulos sensitivos y sensoriales.
La violencia, el delirio y actividades motoras disminuidas son algunos de los estados por los que transita el espectáculo.