La puesta en escena narra la historia de cómo el mundo surgió del mar según la tradición wixarika (huichol), pueblo que se caracteriza por la habilidad de incorporar elementos de otras culturas y volverlos propios. En el montaje se incorporan elementos de la cultura y estética huichol, con tecnología occidental, animaciones, proyecciones, mecanismos, LEDs, música electroacústica e interactividad, mediante la construcción de una zona a partir de tres pantallas verticales, con el afán de generar la sensación de inmersión en un espacio y tiempo distintos a lo cotidiano a partir del videomapping; el vestuario combinado con elementos de la estética Huichol, mecanismos electrónicos y LEDs. En 2016, la propuesta obtuvo el premio a Mejor obra para niños por la Agrupación de Críticos y Periodistas de Teatro (ACPT).