El amor materno es la base de la formación temprana en el niño y constituye a la vez una referencia indispensable para él. Sin embargo, dicho amor no siempre es suficiente para explicar el delicado equilibrio entre lo bueno y lo malo o la vida y la muerte. El sacrificio de Sombra (un toro cuya muerte por diversión perversa disfrazada de rito ancestral encarna a la brutalidad humana) y la destrucción de los ideales de la infancia (condición sine qua non es imposible entrar en el mundo de los adultos) de Pablo, se convierten en el paralelismo trágico que une y hermana a ambos personajes; mismos que pueden hablar entre si en tanto la inocencia no se extinga. Gracias a un trabajo de transversalidad disciplinaria (empleo de títeres, danza, diseño sonoro, textos, etc.) aunado a una dramaturgia que juega con el tiempo, el espacio y la realidad misma, los personajes (mamá, niño y toro) se presentarán en ocasiones como seres reales y a veces como marionetas, lo que llevará al espectador de un extremo al otro entre las fronteras de la fantasía, el sueño y la imaginación.